El pasado 29 de febrero tuvo lugar el segundo encuentro de diálogo del BCTI, liderado por CECODES en alianza con Brigard Urrutia, centrado en la agroindustria, durante el cual se abordó la cuestión de qué actores y de qué manera las empresas pueden contribuir a mitigar las desigualdades.
En un mundo donde las desigualdades son cada vez más evidentes y la necesidad de promover la igualdad de oportunidades es apremiante, empresas de diversos sectores se han unido para abordar, a través del diálogo y la colaboración, cómo enfrentar las disparidades en el sector de la agroindustria. Trabajando en conjunto, se están definiendo estrategias basadas en la agenda del BCTI (The Business Commission to Tackle Inequality) del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible para abordar estas brechas de manera integral.
El primer paso en este encuentro de diálogo fue una ronda de presentación por cada uno de los participantes, seguido por la unificación del concepto de desigualdad entre todos los actores presentes dirigido por Brigard Urrutia y CECODES, anfitriones del espacio. Surgió la idea de que el concepto de desigualdad debe ampliarse para entenderse más como algo “equitativo”, vinculado al concepto de “buen vivir” y bienestar integral. Se exploraron diversas perspectivas, incluyendo la noción de “rizoma”, que ofrece una manera más amplia de pensar sobre la desigualdad.
A partir de ahí, se dividieron en seis mesas de diálogo para discutir temas como el acceso a productos y servicios esenciales, la creación de empleo y oportunidades para todos, la distribución equitativa de valores y riesgos, la gobernanza y la acción, la lucha contra el cambio climático y la naturaleza, y la implementación de los principios rectores de Derechos Humanos y empresas de la ONU.
En la mesa dedicada al acceso a productos y servicios esenciales, se destacó la importancia de cerrar las brechas desde espacios colaborativos, con actores articuladores que conecten los territorios. Se enfatizó en la necesidad de ir más allá de la transmisión de conocimientos, acompañando a los proyectos para generar transformaciones a largo plazo.
En la segunda mesa, se discutió la creación de empleo y oportunidades para todos desde la perspectiva de los territorios y las comunidades. Se identificaron diversas brechas, como el acceso limitado a educación, salud e infraestructura en los territorios. Se señaló la falta de apoyo del sector público, crucial para que las empresas privadas puedan mitigar estas brechas. También se abordó el fenómeno de la migración a las ciudades, destacando la importancia de reconocer y potenciar el desarrollo del campo, donde existen oportunidades de innovación, tecnología y crecimiento que muchas veces pasan desapercibidas.
En la mesa tres, se reconocieron las brechas en la distribución equitativa de valores y riesgos, especialmente relacionadas con la informalidad en los primeros eslabones de las cadenas productivas, las cuales pueden ser abordadas por las empresas a través de acciones clave. Estas incluyen la formación y coordinación de todos los actores de la cadena de valor, el compromiso de todos los colaboradores, el enfoque en la salud mental y la conciencia del impacto en las comunidades locales. Se destaca la importancia de la transparencia y la creación de espacios de escucha activa para promover políticas equitativas, requiriendo colaboración multisectorial y alianzas a todos los niveles para lograr un cambio efectivo.
En la mesa cuatro se discutió la gobernanza y la acción, destacando la importancia de respaldar políticas públicas efectivas y adoptar prácticas empresariales sostenibles. Además, se reconoció la ausencia estatal como una brecha significativa en los territorios, lo que afecta el desarrollo completo y obliga a las empresas a intervenir. Así mismo, enfatizó la necesidad de que las empresas actúen con integridad en su gobierno corporativo, proponiendo explorar nuevos modelos de negocio. Además, se sugirió crear espacios de diálogo y repensar la educación para apoyar el desarrollo territorial.
En la mesa dedicada a la lucha contra el cambio climático y la conservación de la naturaleza, se concluyó que el sesgo cognitivo y la resistencia al cambio por parte de los agricultores generan brechas significativas que afectan el desarrollo territorial. Se destacó la necesidad de actualizar el marco regulatorio y enfocarse en la capacitación del capital humano para cerrar estas brechas. Además, la importancia de una caracterización más profunda de la agroindustria para el desarrollo sostenible y la implementación de estrategias empresariales, con la designación de un responsable para garantizar su efectividad.
En la última mesa de diálogo se abordó la implementación de los principios rectores de Derechos Humanos y empresas de la ONU, resaltando la importancia de una conexión efectiva entre los actores y la gestión de riesgos. Se enfatizó la necesidad de que las empresas asuman un papel proactivo en la regulación, tomando como ejemplo las prácticas europeas. Se señaló como uno de los principales desafíos para los productores el hecho de que los costos que reciben no corresponden a lo justo, dejándolos con menos ingresos que los intermediarios. Se destacó la importancia de que los actores de la cadena de valor asuman la debida diligencia para garantizar un ingreso digno para los pequeños productores y evitar violaciones de los derechos humanos.
El segundo encuentro de diálogo del BCTI, centrado en la agroindustria, ha sido un espacio vital para abordar las desigualdades en el mundo empresarial. La colaboración y el compromiso de diversos actores han sido clave para definir estrategias que mitiguen estas disparidades, desde el acceso equitativo a productos esenciales hasta la implementación de políticas empresariales que promuevan la sostenibilidad y el respeto a los derechos humanos. Se han identificado desafíos significativos, como la resistencia al cambio y la falta de apoyo estatal, pero también se han destacado oportunidades para promover el desarrollo territorial y crear un impacto positivo en las comunidades locales. Es crucial que las empresas asuman un papel proactivo en la promoción de la equidad y la justicia social, trabajando en conjunto con otros sectores y adoptando prácticas responsables que aseguren un futuro sostenible para todos.